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Ikeda Sensei’s Lectures

Pasajes fundamentales del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente

Parte 4: El capítulo «Medios hábiles» ‒Parte 2 de 2 Desarrollar la convicción de que «¡Yo corporifico la Ley Mística!»

Photo by Joey Liao.

Febrero es el mes en que nació Josei Toda. Hasta el día de hoy sigo escuchando en mi corazón las palabras estrictas y a la vez bondadosas de mi maestro.

En una oportunidad, hablando con vehemencia, nos recalcó que es sumamente importante en nuestra etapa juvenil, confiar en nuestro corazón y creer en nosotros mismos. Nos dijo que cuanto más firme fuera nuestra fe, más invencibles seríamos en cualquier situación, y nos instó a forjar ese tipo de confianza interior basados en el Gohonzon.

Creemos en nuestra naturaleza de buda, en nuestra vida y la Ley Mística que son una entidad inseparable. Mientras tengamos una fe basada en el Gohonzon, triunfaremos sobre cualquier adversidad que surja en la vida. El señor Toda nos enseñó a considerar el Gohonzon el centro de nuestras convicciones y a avanzar con la unión de «distintas personas con un mismo propósito» para crear una nueva época.

Ahora hemos iniciado con brío el 2023, «Año de los jóvenes y del triunfo» de la Soka Gakkai, ahora, ¡pongamos proa hacia una primavera de victorias jubilosas! Mi esposa Kaneko y yo estamos velando por todos ustedes, nuestros queridos compañeros de fe, y orando por su desarrollo, viendo que sus esfuerzos concertados en el diálogo están cultivando un hermoso jardín de amistad. Como las fragantes flores del ciruelo, ustedes anuncian la primavera aún en lo profundo del invierno. Ambos estamos haciendo daimoku cada mañana y cada tarde con el sincero deseo de que cada uno triunfe en la vida y en sus esfuerzos por el kosen-rufu, y escriba una brillante historia de transformación kármica.

Como un río fresco que brinda frescura y descanso

«Las frescas aguas de un río invitan a los viajeros a sus orillas a bañarse, a beber, a descansar, a relajarse y a disfrutar. La gente buena y honesta es como ese río. De las buenas personas, nadie sospecha o desconfía; todos queremos que sean nuestros amigos. Pues la gente buena brinda alegría, y nunca hace sufrir». Cuando estuve en Bangkok, en febrero de 1992, transmití estas hermosas palabras a los miembros tailandeses, de sonrisas radiantes.

La gente sincera es recompensada con buenas amistades. Las personas auténticas y consideradas gozan de profunda confianza de quienes las rodean.

Cuando trabajamos sinceramente con el deseo de que los demás sean felices, irradiamos e infundimos tranquilidad y alivio a todos, como la corriente inmortal del río Chao Phraya de Tailandia.

Un gran río comienza siendo una sola gota de agua. Nuestros miembros tailandeses están creando un gran torrente del kosen-rufu que crece cada año, a medida que cada uno toma la iniciativa con espíritu autónomo. Esto es el resultado de su constancia y sinceridad en el diálogo respetuoso, y de su esfuerzo incansable como buenos ciudadanos para contribuir a la felicidad de sus compatriotas y al mejoramiento de la sociedad. El año pasado (2022) la campaña de diálogo de la División de Jóvenes permitió crear una red de unas cien mil personas. ¡Me pareció una iniciativa realmente inspiradora!

En todo el Japón, he visto ríos de caudal majestuoso junto a mis entrañables compañeros de fe, compartiendo en cada región mi visión del kosen-rufu.

Hoy, nuestro movimiento por este ideal o por la paz mundial se ha convertido en un río imponente que nutre a los pueblos y a las sociedades en todo el orbe. Quiero aprovechar esta oportunidad para estudiar la profunda esencia del budismo Nichiren con nuestros nobles camaradas que trabajan juntos para crear un siglo de la vida.

Iniciemos esta entrega examinando una parte del capítulo «Medios hábiles» del Sutra del loto tratada en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente que cité a mis queridos amigos de Tailandia (durante mi visita de 1994). Pertenece al apartado titulado «Punto 3, acerca del pasaje “Porque los budas, los Honrados por el Mundo, aparecen en el mundo por una única gran razón (ichidaiji innen)” [véase el Sutra del loto, cap. 2, pág. 31]» (The Record of the Orally Transmitted Teachings [Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente], pág. 27).

Podemos decir que nuestra cabeza corresponde a myo; la garganta, a ho; el pecho, a ren; el estómago, a ge, y las piernas, a kyo.Por lo tanto, nuestro cuerpo de un metro y medio de altura constituye los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo.

Durante un período de más de cuarenta años, Shakyamuni El Que Así Llega mantuvo en secreto esta gran cuestión [en jap.: daiji]. Solo la reveló cuando se dispuso a predicar el Sutra del loto. El Buda surgió en el mundo con la finalidad de predicar esta gran cuestión. Cuando reveló que nuestro cuerpo representaba los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo, estaba «abriendo el portal de la sabiduría de buda» [como afirma el capítulo segundo del Sutra del loto] y revelando que podemos manifestar la budeidad con nuestro cuerpo y en esta existencia.

«Abrir», en este caso, denota el corazón o la disposición mental de la fe. Cuando recitamos Myoho-renge-kyo con la disposición mental de la fe, abrimos en ese mismo acto las puertas de nuestra sabiduría de buda. (The Record of the Orally Transmitted Teachings [Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente], págs. 28-29)

Myoho-renge-kyo es la «única gran razón»

En el capítulo «Medios hábiles», [1] Shakyamuni identifica el motivo primordial —la «única gran razón» (en jap.: ichidaiji innen) por la cual ha aparecido en este mundo. Esta es abrir a todas las personas las puertas de la sabiduría de buda, mostrarles esa sabiduría, hacerles comprender que es intrínseca a la vida de cada uno y ayudarlas a entrar en un camino de vida basado en ella. A estas cuatro acciones se las conoce como «cuatro aspectos de la sabiduría de buda».

En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin analiza los cinco caracteres chinos que forman la frase «única gran razón» (ichidaiji innen). [Respectivamente, significan «una» o «única», «gran», «cuestión», «causa» y «condición». Por lo tanto, el término podría leerse, más literalmente, como las «causas y condiciones que hay detrás de esa única gran cuestión».] Y sugiere que hay una correspondencia entre ellos y los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo: «Podemos decir que “única” representa a myo; “gran” representa a ho; “cuestión”, a ren; “causa”, a ge, y “condición”, a kyo» (The Record of the Orally Transmitted Teachings [Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente], pág. 28).Después establece otra correlación con los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo: «Nuestra cabeza corresponde a myo; la garganta, a ho; el pechodi, a ren; el estómago, a ge, y las piernas, a kyō».[2] Declara, con ello, que nuestro cuerpo es una entidad de la Ley Mística.

El Daishonin observa que Shakyamuni, por primera vez en más de cuarenta años desde que logró la iluminación, reveló esta «gran cuestión» (daiji) en el Sutra del loto. Aunque la «única gran razón» (ichidaiji innen) por la cual Shakyamuni advino al mundo es predicar ese sutra, su verdadero o último propósito con que lo hace es mostrar que cada persona es una entidad de la Ley Mística y puede lograr la budeidad con la forma que posee a través de «abrir la puerta de la sabiduría de buda». El Daishonin señala:

Cuando [Shakyamuni] reveló que nuestro cuerpo corporeizaba los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo, estaba «abriendo el portal de la sabiduría de buda» [como afirma el capítulo segundo del Sutra del loto][3] y revelando que podemos manifestar la budeidad con nuestro cuerpo y en esta existencia. [4]

De ese modo, el Daishonin explica que los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo son la «única gran razón» por la que aparece en el mundo, y que se explica en el Sutra del loto. Esto, indica el Daishonin, no es algo separado de nosotros, sino relacionado con nuestra vida, que es Myoho-renge-kyo.

Estamos ante la declaración radicalmente innovadora, de que él, sus discípulos y todas las personas son entidades de la Ley Mística, en pie de igualdad. Esta es la esencia del budismo Nichiren, que revela el medio concreto para posibilitar el logro de la iluminación a toda la gente en el Último Día de la Ley.

Estudiando este pasaje, los miembros tailandeses y yo reafirmamos que Nam-myoho-renge-kyo es la gran Ley que subyace al universo (el macrocosmos) y a nuestra existencia individual (el microcosmos). Grabamos en nuestra vida la enseñanza de que, si nos consagramos a la Ley fundamental del universo —y de esa forma nos basamos en su infinito poder—, adquirimos un estado de vida inamovible, imbuido de las nobles virtudes de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza.[5]

La declaración de que todos los seres poseen nobleza suprema

Desde el punto de vista de nuestra práctica budista, el Daishonin explica que «abrir» —en la frase «abrir el portal de la sabiduría de buda»— denota «el corazón o la disposición mental de la fe» (The Record of the Orally Transmitted Teachings [Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente], pág. 28). El punto crucial para lograr la budeidad con la forma que cada uno posee —explica— es si creemos genuinamente que nuestra vida corporeiza Myoho-renge-kyo.

La noción de «abrir el portal de la sabiduría de buda» exalta el papel fundamental del Sutra del loto como escritura para la iluminación universal. Revela el gran principio del respeto a la dignidad de la vida, es decir, que todas las personas son portadoras de la suprema nobleza y pueden activar y manifestar su potencial interior ilimitado. «Abrir» significa que la sabiduría de buda ya existe dentro de nosotros; de otro modo, nunca podríamos manifestarla.

Inmediatamente después, el Daishonin señala: «Con respecto a la palabra “buda” —en la frase “abrir el portal de la sabiduría de buda”—, el término denota el mundo de la budeidad que es inherente a los nueve estados[6]» (The Record of the Orally Transmitted Teachings [Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente], pág. 29).

Abrir el portal de la sabiduría de buda latente en cada persona es lo que define a un buda, a un «iluminado».

¿Cómo podemos abrir las puertas de esa sabiduría de buda en nuestra propia vida? Como explica el Daishonin, la clave yace en «recitar Myoho-renge-kyo con la disposición mental de la fe».[7] En otras palabras, entonar Nam-myoho-renge-kyo con la convicción de que cada uno de nosotros es una noble manifestación o corporificación de la Ley Mística. Así —nos dice— logramos la budeidad con nuestra forma actual.

Es la fe lo que nos permite logra la budeidad, el estado más elevado de vida, y activar su sabiduría inagotable. Como señala el señor Toda en el mensaje a los jóvenes que cité anteriormente, cuanto más firme es nuestra fe, más podemos desplegar la fuerza indómita y siempre triunfal que nos permite hacer posible lo imposible.

El propósito fundamental con el cual Nichiren Daishonin apareció en el mundo

Shakyamuni plasmó en el Sutra del loto —que podría definirse como la esencia de todas sus enseñanzas— el sincero deseo de encontrar el modo de guiar a la gente común —abrumada de problemas y de aflicciones— a la felicidad. Luego, en el Último Día de la Ley, el Daishonin formuló la práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo, corazón del Sutra del loto, abriendo así el camino en términos concretos para que todas las personas nos liberemos del sufrimiento.

Es una enseñanza de genuina igualdad, que trasciende cualquier diferencia de género, nacionalidad o pertenencia étnica. Cada uno de nosotros corporeiza el principio de que «las personas comunes son idénticas al nivel más elevado del ser [o sea, la budeidad]». [8] A continuación, el Daishonin señala: «Estos cinco caracteres [de Myoho-renge-kyo] constituyen el propósito fundamental con el cual Nichiren apareció en el mundo».[9]

En el transcurso de su gesta por la felicidad de todo el género humano, Nichiren Daishonin, el buda del Último Día de la Ley, superó persecuciones contra su vida como las que aparecen predichas en el Sutra del loto. Estableció la práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo e inscribió el Gohonzon, como medio para que cualquier persona pueda abrir la puerta y acceder a la sabiduría de buda. Mientras que la «única gran razón» de Shakyamuni fue predicar el Sutra del loto, el propósito fundamental del Daishonin para advenir en este mundo para establecer el budismo del pueblo y abrir a todos el camino para el logro de la budeidad, basado en la fe en los «cinco o siete caracteres de Myoho-renge-kyo».[10]

«Los grandes logros son la extensión de los logros pequeños»

Esta parte del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, que versa sobre la «única gran razón» por la cual el Buda adviene al mundo, me trae recuerdos muy gratos. El señor Toda disertó sobre este texto en el período en que sus empresas atravesaban serios reveses.

Era la primavera de 1950; yo tenía 23 años y trabajaba con el señor Toda. Su empresa editorial, donde él me había ofrecido empleo inicialmente al contratarme, se había visto fuertemente golpeada por la situación económica que vivía el país. Y a partir de la primavera de ese año, la cooperativa de crédito que dirigía también se vio en dificultades para mantenerse a flote.

En esas circunstancias tan apremiantes, el señor Toda disertó sobre esta parte del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, con el estado de vida majestuoso de un líder extraordinario. Después de escucharlo, escribí en mi diario (el 18 de mayo de 1950):

Los grandes logros son una extensión de los logros pequeños. Debo recordar que lo que me conducirá a un gran triunfo es esa sucesión de pequeñas victorias. La victoria solo se logra pacientemente, paso a paso, en el momento actual. Lo importante es el trabajo raso y sincero que uno hace día a día, aunque nadie parezca darse cuenta. Solo el tiempo revelará al mundo si mis actos han sido dignos.

Fue una disertación brillante, imbuida de sabiduría y de amor compasivo. Su motivación fue el deseo del señor Toda de ayudar a cada persona a adquirir la profunda convicción de superar todos los obstáculos, cultivar un estado de vida elevado y abrir camino a un futuro fenomenal.

Cada día, entonaba daimoku en el momento libre que encontraba y trabajaba frenéticamente, entre bastidores, para ayudar y apoyar a mi maestro, el líder de nuestro movimiento por el kosen-rufu. Todos esos esfuerzos me permitieron superar incontables adversidades. A partir de triunfar sobre cada obstáculo, adquirí la absoluta convicción de que nada igualaba el poder del daimoku.

Las «cinco mil arrogantes» simbolizan la ignorancia fundamental

En el capítulo «Medios hábiles» hay una escena significativa: cinco mil personas arrogantes se levantan de sus asientos y abandonan la asamblea. Este grupo —formado por monjes, monjas, laicos y laicas— se marcha justo antes de que Shakyamuni revele la única gran razón por la cual ha surgido en el mundo. La arrogancia de estos individuos los lleva a dudar de la enseñanza del Buda y les impide reconocer su propio error. Pero Shakyamuni no intenta detenerlos; lejos de ello, continúa con su prédica.

En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin declara: «Esas cinco mil personas arrogantes son las cinco clases de deseos mundanos constantes[11] que siempre forman parte de nuestra constitución»,[12] y «Las cinco mil personas arrogantes, en realidad, no son otra cosa que el Sutra del loto. Son los cinco elementos[13] de los cuales estamos hechos. Y los cinco elementos son Myoho-renge-kyo. Nuevamente, las cinco mil personas arrogantes representan la oscuridad [o ignorancia] fundamental[14]».[15] El foco, en esto, es que estas cinco mil personas arrogantes representan los deseos mundanos y la ignorancia fundamental que existen en nuestra vida.

¿Dónde está la diferencia entre los que se marcharon de la asamblea y los que se quedaron para escuchar a Shakyamuni predicar la Ley? La diferencia está en la falta de fe de los primeros y la fe de los segundos. En definitiva, todo se reduce a que uno sea capaz de mantener una fe inamovible en la grandeza de la Ley Mística y en el noble estado supremo de budeidad que posee en su propia vida.

En este sentido, la fe implica una lucha contra la ignorancia u oscuridad fundamental, cuya característica es la incapacidad de creer plenamente que el potencial supremo de la budeidad existe en la vida de uno y en la vida de los otros. Nuestra determinación de seguir mejorando y cultivando nuestra vida, día tras día y mes tras mes, es lo que hace resplandecer nuestra sabiduría de buda interior y nuestra budeidad.

El sujeto [o «yo» tácito, en el pasaje del Sutra del loto que dice: «Al principio, formulé un juramento, con la esperanza de hacer que todas las personas fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros»] se refiere al buda Shakyamuni, quien, en realidad, logró la iluminación en el remoto pasado. Ese buda Shakyamuni de la enseñanza esencial no es otro que nosotros, los seres vivos.

En la frase «iguales a mí» [es decir, al Buda], el «mí» representa los últimos siete de los diez factores de la vida. Los seres de los nueve estados representan los primeros tres de los diez factores. Nosotros, los seres vivientes somos el padre, y el Buda es el hijo. Padre e hijo [o progenitor e hijo] constituyen una sola entidad; un comienzo y un final que, en última instancia, son iguales. En el capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto, a los seres vivientes se nos describecomo el Buda eternamente dotados de los tres cuerpos.[16]

Esto es una alusión a Nichiren Daishonin y sus seguidores, quienes hoy entonan Nam-myoho-renge-kyo. (The Record of the Orally Transmitted Teachings [Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente], págs. 39-40)

Los seres vivientes y el Buda son una sola entidad

A continuación, estudiemos la parte del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente referida a un pasaje del Sutra del loto que Nichiren Daishonin consideró extremadamente importante y que citó tanto en «La apertura de los ojos»como en «El objeto de devoción para observar la vida». Es la cita en que Shakyamuni se refiere a su juramento precedente de «hacer que todas las personas fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros».[17] El texto completo dice:

[A]l principio, formulé un juramento,
con la esperanza de hacer que todas las personas.
fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros. [18]

El deseo de guiar a todos al mismo estado de vida iluminado que él ha adquirido expresa cabalmente el amor compasivo del Buda, que se extiende a todos y a todo.

Luego, Shakyamuni señala que ha cumplido esa promesa:
 

[L]o que ansiaba desde hacía tanto tiempo 
ahora se ha cumplido.
He convertido a todos los seres vivos
y les he permitido ingresar en el Camino del buda. [19]

Con respecto a este pasaje, el Daishonin empieza explicando que, en esta parte del capítulo «Medios hábiles», el sujeto de la oración [el «yo» tácito] se refiere al buda Shakyamuni que, en verdad, logró la iluminación en el remoto pasado, lo cual se revelará más adelante en la enseñanza esencial (segunda mitad) del Sutra del loto. [20] La esencia del deseo del Buda es la lucha eterna para permitir a todas las personas el logro de la budeidad.

Al mismo tiempo, el Daishonin afirma que el buda Shakyamuni de la enseñanza esencial somos nosotros, los seres vivientes. Y esta es una declaración de importancia capital. Porque, visto desde la perspectiva de la Ley Mística, el Shakyamuni que logró la iluminación en el remoto pasado es, también, nuestro modelo para manifestar la budeidad.

A continuación, el Daishonin distingue los primeros tres de los diez factores (apariencia, naturaleza y entidad) de los últimos siete (poder, influencia, causa interna, relación, efecto latente, efecto manifiesto, y su coherencia del principio al fin) y señala que los primeros tres representan a los seres de los nueve estados, mientras que los últimos siete indican al Buda. El principio y el fin —observa— son iguales en última instancia; esto quiere decir que los seres y el Buda son equivalentes. De acuerdo con esta profunda enseñanza, los seres vivientes son el progenitor, y el Buda es el hijo. Juntos, constituyen una sola entidad.

Desde nuestra perspectiva habitual, el Buda es quien predica la Ley y guía a los seres; estos últimos, a la vez, son guiados e instruidos por el Buda. No obstante, en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente el Daishonin postula quela esencia son los seres vivientes (los primeros tres factores), mientras que el Buda es una función de la vida de aquellos (los siete últimos factores). Y dice que el Buda solo existe en la medida en que existen los seres. En ese sentido, los seres vivientes son el progenitor, y el Buda es el hijo. Estamos ante un planteo completamente opuesto al enfoque convencional sobre la relación entre ambos. El budismo Nichiren brilla con esta profunda perspicacia que lo convierte en el budismo del pueblo.

En virtud de las enseñanzas y del gran juramento del Buda, todos los seres vivientes pueden lograr la iluminación de manera igualitaria. Cuando las personas toman conciencia de su propia budeidad innata y creen en ella, pueden vivir con el mismo juramento compasivo del Buda: «hacer que todos sean iguales a mí, sin que haya distinción alguna entre nosotros». Esta es una noción fundamental que expone el Sutra del loto: tanto quienes enseñan la Ley y guían a los semejantes como los que reciben y siguen la enseñanza son budas por igual, de manera idéntica.

La revolución humana: una saga en que tanto los maestros como los discípulos responden cabalmente en forma recíproca

Puesto a comentar, en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, los cuatro aspectos de la sabiduría de buda que analicé anteriormente, el Daishonin menciona el juramento de Shakyamuni de «hacer que todas las personas sean iguales a mí, sin que haya ninguna distinción entre nosotros». Y dice:

Cuando el maestro y los discípulos han respondido cabalmente unos a otros, y cuando los discípulos han recibido la enseñanza, forjando así la conciencia que menciona el sutra cuando afirma: «Formulé un juramento, con la esperanza de hacer que todas las personas fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros» (capítulo 2), esto es lo que el sutra denomina «hacer que los seres vivos tomen conciencia de la sabiduría de buda».[21]

Aquí, el término «responder cabalmente» (en jap.: kanno) está compuesto de dos caracteres chinos, kan y o (este último cambia fonéticamente a no al constituir la forma compuesta).Significan, respectivamente, la respuesta de los seres vivientes a la aparición del Buda (kan), y la respuesta del Buda a la capacidad de los seres vivientes (o). Ese paradigma, en que tanto el maestro como los discípulos responden recíprocamente, es la manera en que el Sutra del loto se transmite a los seres vivientes. «Hacer que los seres vivos tomen conciencia de la sabiduría de buda» describe la instancia en que los seres comprenden que son iguales al Buda y que no existe distinción entre ellos.

En esa inspiración mutua entre el maestro y los discípulos, no solo se comunica y se transmite la gran enseñanza del Sutra del loto, sino que también el maestro y los discípulos, desplegando el mismo estado de vida, se levantan a trabajar juntos. De eso se trata la sublime epopeya del Sutra del loto. Los discípulos que antes esperaban pasivamente la salvación y la guía comienzan a trabajar de forma activa para ayudar y guiar a los demás hacia la felicidad y la iluminación. No es exagerado decir que esta dinámica revolución humana es la esencia del Sutra del loto.

Cumplir el juramento que hizo el Buda de lograr la iluminación universal

En un día gélido y nevado de 1950, cuando el señor Toda luchaba contra la adversidad más insidiosa, me senté a su lado delante de una estufa que apenas calentaba, donde habíamos echado unas pocas ramas de leña. Allí, escribió un poema y me lo entregó.

Cae la nieve.
En medio de la nevisca furiosa,
un corazón sublime
se alegra
por el afecto y la consideración de un amigo.[22]

Ese momento fraguó en mí la profunda convicción de que, pasara lo que pasare, el señor Toda y yo siempre compartiríamos las dichas y las amarguras como maestro y discípulo.

La travesía conjunta del mentor y los sucesores en bien del kosen-rufu proseguirá eternamente, como un río caudaloso. No hay mayor orgullo, no hay mayor satisfacción, que trabajar ayudando a todos a lograr la iluminación. Esta es la esencia del Sutra del loto y del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente.

Proseguir con confianza nuestra gesta de diálogo por el kosen-rufu

Hoy y siempre, continuemos avanzando juntos con confianza, avanzando en nuestra gesta de diálogo hacia el kosen-rufu —la noble tarea del Buda—, irradiando la valentía y el amor compasivo que nos brinda la recitación del daimoku.

Con nuestra red solidaria de profunda fe, asentada en la inseparabilidad de maestro y discípulo, y en la unión de propósito con nuestros camaradas, ¡afrontemos con valentía cualquier adversidad tempestuosa y demos paso a una triunfal primavera del pueblo, colmados de esperanza y de optimismo!

Traducción del artículo publicado en la edición de febrero de 2023 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.

References

  1. En el inicio del capítulo, Shakyamuni elogia la sabiduría de los budas, infinitamente profunda e inmensurable, y luego expone el verdadero aspecto de todos los fenómenos. (Véase El Sutra del loto, cap. 2, pág. 23.) Pero mientras que Shāriputra y otros buscan ávidamente la enseñanza de Shakyamuni, quinientos monjes, monjas, laicos y laicas arrogantes se levantan y se marchan de la asamblea. Tras esta escena, Shakyamuni procede a explicar que todos los budas aparecen en el mundo por una única gran razón (Véase ib., pág. 31): enseñar a todos los seres que poseen la sabiduría de buda, el estado de vida de la budeidad, y permitir que todos puedan lograr la iluminación. Los budas lo hacen «abriendo el portal de la sabiduría de buda a todos los seres vivos, mostrándosela, haciendo que tomen conciencia de ella e instándolos a ingresar en ese camino». Esta es una enseñanza distintiva del Sutra del loto. Luego, Shakyamuni afirma que su juramento es hacer que todas las personas sean iguales a él, sin que haya distinción entre ellas y él, y que, en ese momento, está cumpliendo dicho anhelo. (Véase ib., pág. 36). ↩︎
  2. Ib. ↩︎
  3. Véase El Sutra del loto, cap. 2, pág. 31. ↩︎
  4. Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 28. ↩︎
  5. La eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza representan las «cuatro virtudes» o «cuatro paramitas». Describen las nobles cualidades de la vida de los budas. La palabra paramita significa «perfección» o «perfeccionamiento». «Eternidad» significa lo inmutable y perpetuo. «Felicidad» es la calma resultante de trascender todos los sufrimientos. «Verdadera identidad» es nuestra naturaleza genuina e intrínseca. Y «pureza» es vivir sin ilusiones ni comportamientos errados. ↩︎
  6. Nueve estados: Primeros nueve de los diez estados de vida; van desde el estado de infierno hasta el de bodisatva. ↩︎
  7. Ib., pág. 28. ↩︎
  8. Ib., pág. 22. ↩︎
  9. Ib., pág. 31. ↩︎
  10. Myoho-renge-kyo se escribe con cinco ideogramas chinos, mientras que Nam-myoho-renge-kyo se escribe con siete (namu o nam se compone de dos caracteres). El Daishonin a menudo usa Myoho-renge-kyo como sinónimo de Nam-myoho-renge-kyo en sus escritos. ↩︎
  11. Los deseos mundanos son pulsiones o funciones interiores que causan sufrimiento, distorsionan nuestro juicio y obstruyen nuestra práctica budista. Los cinco deseos mundanos constantes se refieren a cinco clases de deseos mundanos que caracterizan a los seres de los tres mundos: 1) ilusiones de los tres mundos; 2) ilusiones del mundo del deseo; 3) ilusiones del mundo de la forma; 4) ilusiones del mundo de lo informe; 5) ilusiones sobre la verdadera naturaleza de la existencia en los tres mundos. ↩︎
  12. Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 36. ↩︎
  13. Cinco elementos: Según la antigua tradición india, cinco elementos constitutivos de todo lo que existe en el universo. Son: tierra, agua, fuego, viento y espacio. ↩︎
  14. Ignorancia fundamental: También llamada oscuridad fundamental. La ilusión más hondamente arraigada en la vida, que da lugar a todas las otras ilusiones. El término denota la incapacidad de ver o de reconocer la verdad suprema de la Ley Mística, así como las pulsiones negativas que surgen de dicha ignorancia. ↩︎
  15. Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 39. ↩︎
  16. Tres cuerpos: Tres cuerpos de los budas. El cuerpo del Dharma, el cuerpo de la recompensa y el cuerpo manifiesto. El cuerpo del Dharma es la verdad o Ley fundamental con respecto a la cual está iluminado un buda. El cuerpo de la recompensa es la sabiduría necesaria para percibir la Ley. Y el cuerpo manifiesto es la acción compasiva que lleva a cabo un buda para guiar a las personas a la felicidad. ↩︎
  17. El Sutra del loto, cap. 2, pág. 36. ↩︎
  18. Ib. ↩︎
  19. Ib. ↩︎
  20. Aunque, hasta ese momento, se pensaba que el buda Shakyamuni se había iluminado en esa existencia en la India, bajo el árbol bodhi, el capítulo «La duración de la vida» (16.°) del Sutra del loto revela que Shakyamuni en realidad era el Buda eterno, que había logrado originalmente la iluminación en el remoto pasado. ↩︎
  21. Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 30. ↩︎
  22. Toda, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1981, vol. 1, pág. 356.  ↩︎

Great Path—Volume 28, Chapter 2